para un viejo amigo
Él siempre me llamaba Javi. Mientras estuvimos en la misma escuela fuimos inseparables. Me enseñó lo q era ser un amigo de verdad, de esos q se quedan cuando crees q todo el mundo se ha ido, de los q cuando faltan te das cuenta de lo q significan realmente. Todo el mundo me llamaba por mi apellido xq mi nombre ya estaba repetido en clase, y encima el diminutivo q de verdad me gustaba tb se lo llevó otro amigo (al q x cierto creo q de todos modos siempre le quedó mejor q a mí...). Yo no quería q me llamaran por mi nombre repetido, ni tampoco por mi apellido, y tenía mi segundo nombre q nadie usaba. Javier. Es curioso xq hoy, aún 3 de diciembre cuando escribo esto, es mi hipotético "segundo" santo... y me acuerdo de él. Era el único q me llamaba Javi, xq sabía q me gustaba llamarme así, incluso más q mi propio nombre, el q siempre había llevado. Los demás empezaron a llamarme por el apellido, aunque a mi no me convenciera para nada. Pero la profesora decidió por mí... sólo Antonio, q así se llama mi amigo de entonces, me llamaba siempre Javi. Estábamos siempre juntos, en cada recreo, y tb en clase, de compañeros de pupitre, unidos "por accidente" un día q nos sentamos juntos. Y ya no volvimos a separarnos... Lo recuerdo con mucho mucho cariño y con nostalgia, como el amigo inseparable q fue siempre. Y como el mejor defensa de 7º A, tan bueno q conseguía hacerme jugar al fútbol mejor de lo q nunca había jugado, y por algo tan fácil como q me llevaba tan bien con él q siempre lo encontraba para pasársela... Un día me rompí el brazo y no podía jugar al fútbol xq lo tenía enyesado. Le dije q se fuera a jugar, q yo no podía. Y él no pudo irse. No quiso irse. No sin mí. Se quedó conmigo hasta q me obligó a jugar con el brazo en cabestrillo, xq si yo no jugaba él tampoco iba a irse a jugar. No sé si yo hubiera sido capaz de hacer lo mismo por él, la verdad. Quizá no me hubiera dado cuenta. Pero Antonio era mi mejor amigo. Por cosas así y por otras muchas q ya casi no recuerdo... Siempre lo fue, los tres años q estuvimos en la misma escuela. Hasta q lo cambiaron de colegio. Por el trabajo de su padre tuvo q mudarse. Ni siquiera recuerdo a dónde tuvo q irse. Ni siquiera recuerdo la última vez q lo vi. Después de aquel verano (creo q fue el 95) supe q se había tenido q ir. Me lo dijo un amigo q lo vio en septiembre en un examen (xq Antonio era muy listo pero un pelín vago...). No podía creer q se hubiera ido sin llamarme para despedirse. Y aún hoy, cuando mi madre me felicita por llamarme tb Javier, recuerdo q él fue el único q me llamaba Javi. Sólo xq yo lo prefería así, y él lo sabía. Y fue mi mejor amigo. Antonio Rodríguez Macías. Nunca olvidaré ese nombre. Quizá nunca llegaré a saber si no me llamó por un despiste, o porque a lo mejor no quiso despedirse de mí, xq las despedidas siempre son tristes, y él siempre estaba alegre, por todo, siempre riéndose por cualquier cosa, siempre haciendo el payaso para los demás... quizá pensó q las despedidas son en el fondo como un final, y a decir verdad, yo tampoco hubiera querido q acabara nuestra amistad. Y en realidad, donde quiera q esté ahora, sigue siendo mi amigo. Nunca llegamos a despedirnos. Nunca dejamos de ser amigos. Gracias por todo, Antonio. De parte de tu amigo, Javi. Donde quiera q estés, espero q te vaya bien, xq te lo mereces.
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