el vértigo de las palabras
Sus ojos son vivaces y alegres. Miran como quien espera una sorpresa en cada instante, atentos a todas las palabras que salen de los labios ajenos. Tiene el pelo rizado y castaño claro, y a veces se lo enreda, lo aparta, lo peina hacia los lados y juguetea con él. También suele enredar algún pedazo de papel entre las manos pequeñas, casi sin darse cuenta. Lo va paseando entre sus dedos como una distracción involuntaria, siempre menos atenta a ella que a las palabras. Habla de cualquier tema con rapidez y soltura, y a veces aparecen en sus rostro pequeños gestos que hablan de su forma de entender la vida: pasión, sorpresa, ternura, incertidumbre... y casi siempre asoma después una sonrisa desde sus labios finos. Con ellos paladea el café, lo hace en pequeños sorbos y parece, tal vez, que en ello vaya menos interés que en los caminos que recorren las propias conversaciones. Creo que cada palabra la apura mucho más que un sorbo, que le sabe distinta a la anterior. Puede que las deguste lentamente y sea capaz de juntarlas para otorgarles luego un sabor propio que sueña con llegar a compartir con alguien. Parece hablar a ratos idiomas muy cercanos a esos que a veces llega mi cabeza a inventar sin un papel. Aunque luego se queden en intentos de colores y sueños que resulten demasiado complejos para descifrarlos solos. Tiene los ojos alegres, y creo que viéndolos más a menudo lograría que también lo estuvieran los míos.
Y así, alguien que ame tanto las palabras se convierte en una excusa demasiado irrechazable para recuperar las mías...
"Soledad,
aquí están mis credenciales
Vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tú y yo nos vayamos conociendo..."
(Soledad.- Jorge Drexler)
1 comentarios:
La compañía de la soledad sólo se agradece en algunas ocasiones.
Cuando se está en compañía de quien se quiere, sobra todo lo demás.
Me gusta mucho esa canción de Drexler, muy significativa para mí.
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