desde un rincón...

...donde a veces las respuestas eran sólo nuevas dudas

"Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel,
en el instante en que mis frases me desnudan..."
(Quique González)

sábado, junio 24, 2006

la honestidad del rock & roll


Eran las 10 en punto de la noche cuando apareció en la sala casi sin darnos cuenta. Comenzó a hablar, una mano tras la espalda con esa pose de quien no sabe donde meterla si le falta una guitarra. Agradeció el esfuerzo y se disculpó por el cambio de horario de última hora. Yo lo observaba atento, casi incrédulo después de tanto esperarlo. Me costaba creer que en el escenario estuviera Quique González preguntando qué canción queríamos que tocara para empezar el concierto. Alguien gritó "¡¡Conserjeeeeeeeees!!" y él agarró la armónica y guitarra y comenzó a tocar... Y aquel tipo canijo que parecía tan poquita cosa allí arriba se convirtió como de costumbre en alguien muy pero que muy grande sobre aquel escenario. Así comenzó la magia, enmedio de un silencio de entrega en rendición a las armas que Quique empuña como nadie: canciones maravillosas. Regaló un par de versiones deliciosas de Diego Vasallo y Kiko Veneno antes de pasarse al piano para tocar una canción inédita, parar el tiempo en un Reloj de plata que me trae siempre hacia este rincón y versionar al piano Años 80 de Piratas. Y entonces desapareció un momento, para aparecer después con banda y toda la fuerza del rock & roll del que él ni siquiera se molesta en presumir. A Quique le basta con demostrarlo cuando pisa el escenario. Y vaya si lo demostró...

Cantó 23 canciones en dos horas de rock & roll honesto y entregado, hasta que no le dejaron tocar más en la sala por problemas de horario. Y sonaron muchas grandísimas canciones (Conserjes de noche, Reloj de plata, Kamikazes enamorados, Por caminos estrechos, Caminando en círculos, Miss camiseta mojada, 73, Vidas cruzadas, Rompeolas, Polvo en el aire, Personal, Bajo la lluvia, Salitre...) mientras pensaba que podrían faltar otras 23 distintas que hubiera firmado a priori escuchar esa misma noche. Y me di cuenta de que no conozco a nadie más del que pueda decir algo así. Y de que no creo que haya otro artista que mantenga esa relación tan íntima con su público. Porque en cada canción se respiraba magia sin saber explicar por qué, y todo el mundo sabía cuando aplaudir, cuando saltar, cuando cantar y luego callarse como si lo hubieramos ensayado mil veces antes. Y todo era tan espontáneo y maravilloso como ese primer momento del grito para elegir una canción...


Y yo, que temía encontrarme con lágrimas en el corazón al acabar el concierto, me quedé tan sólo con una sonrisa imborrable en los labios. Y la sensación de que el rock & roll no puede morir nunca mientras quede un tipo tan honesto como éste para escribir canciones y hacer música tan de verdad. Y creo que todos nos quedamos preguntándonos si de verdad aquella noche del 22 de junio no había sido un caluroso sueño de una noche de verano...


pero no, aquello seguro que no fue sólo un sueño. Porque Quique nos pellizcó el corazón para saber que estábamos despiertos.


"¿dónde iremos a parar? calculando el vértigo
de los sueños que quedaron detenidos..."

(
Caminando en círculos.- Quique González)

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