fotografía en blanco

Tenía su imagen enfocada en la cabeza. Pasé por delante de ella durante un par de semanas al otro lado del cristal de una ventana de autobús. Entre las obras de la demolición aún quedaban en pie varias torres de armazón metálico. Los últimos recuerdos de un pabellón al que nunca descubrió la suerte. De una de ellas asomaban algunos peldaños de una escalera que ascendía a través del aire a ninguna parte. Como un salto al vacío sin trampolín siquiera. Yo quería haberme llevado la cámara y fotografiarla. No era una foto especialmente bonita, ni tampoco alegre. Es posible que ni tan siquiera fuera interesante. Pero era como si quisiera decir algo y nadie la escuchara. Pensé en pasarme por la tarde ayer mismo y fotografiarla. En el autobús iba pensando en los posibles ángulos de enfoque que ya había imaginado. Son quince minutos andando desde casa, y hay más sitios cerca donde poder sacar alguna foto más. Hubiera sido una curiosa forma de pasar el rato por la tarde. Pero al final lo dejé pasar... un día más.

Hoy se completó el derribo, así que ya no queda una sola torre en pie.

Pero yo sigo teniendo su imagen enfocada en la cabeza...



Y de repente, la situación es una metáfora demasiado incómoda sobre todas esas cosas que (no) suceden en mi vida...