desde un rincón...

...donde a veces las respuestas eran sólo nuevas dudas

"Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel,
en el instante en que mis frases me desnudan..."
(Quique González)

sábado, junio 11, 2005

regalando el mar...

Se conocieron una noche de verano a la orilla de aquel mismo mar que ahora contemplaba. Ella estaba descansando de uno de tantos paseos nocturnos, esperando una vez más frente a las olas. Mirando al mar, de pie sobre la orilla, seguía fijando los ojos en el horizonte para ver volver un barco que partió hace años con rumbo a cualquier lugar demasiado lejano para perseguirlo. Quizá también para esperarlo, soñando día y noche con que al romper las olas en la arena todo lo que se llevaron volviese a estar de vuelta alguna vez. Él en cambio tan sólo pasaba por allí. Distaba mucho de sentir esa orilla como suya porque ya casi había olvidado cómo pasear por ella. Se escapó un rato del muelle, de los bares, de las copas y las risas para sentir de nuevo la arena bajo sus pies después de tanto tiempo. Estaba en otro puerto más, en aquella madrugada en que la humedad se pegaba a los huesos. Casi tanto como los recuerdos a su corazón de náufrago.

Eran a esas horas las únicas siluetas en la orilla que dibujaban desde la distancia las luces de farolas del muelle. Y fue en aquel instante cuando se cruzaron sus miradas en la noche. Ni siquiera le hizo falta ver sus ojos para saber que llegando a su altura le pediría fuego aunque intuía que ella no tendría mechero. Y ella sonreiría diciendo que hace años que lo dejó, que espera que vuelva alguien a quién le prometió que abandonaría aquel maldito vicio. Él le dice que hizo bien, ojalá él tuviera el valor de hacerlo, porque el tabaco es muy malo para su salud... aunque también lo es quedarse en la orilla esta noche sin algo más de abrigo. Así que ella acepta la cazadora que pone sobre sus hombros el viajante con ojos cansados de mar. Y deciden sentarse a hablar durante un rato al compás de la brisa marina y el ruido de las olas.

Y los minutos se convierten en horas que pasan de puntillas. Hablando de la espera en una tierra que echa de menos el mar, de lo frías que se volvieron las madrugadas de verano desde hace algún tiempo que no creían tan lejano, de la soledad en la mar añorando la propia tierra. Y también de las vidas que dejaron marchar y aún esperan que traiga para ellos una ola en una noche olvidada de sus calendarios. Y de los corazones anclados que suben y bajan con la marea mirando a oscuras la luz de luna... Y charlaron como sólo pueden hacerlo dos desconocidos que nada saben ni esperan el uno del otro, acompañándose hasta el amanecer de aquella orilla de playa desierta. Y con el Sol asomándose tímido entre las nubes y sus rayos en la espalda, ella le devolvió por fin su abrigo junto a una sonrisa de gracias por la compañía reflejada desde el fondo del alma en sus labios. Él replicó con otra que decía mucho más que de nada, de esas que nunca supo reconocer en su cara hasta que no lograba repetirlas...

Se despidieron tal y como se encontraron, y ambos rehicieron sus caminos borrados por el viento de la noche ya extinguida. Se habían dado la espalda y más de un par de huellas se volvían a dibujar sobre la arena, cuando él miró hacia atrás por última vez, en un impulso de necesidad casi inconsciente...

Entonces pudo ver que sus pasos no acababan de alejarse, y detuvo un instante su camino. El tiempo suficiente para que ella se acercara de nuevo y le pidiera, esta vez sí, un cigarrillo. Él repitió esa sonrisa en los labios al dárselo, y sacó del bolsillo su mechero para encenderlo...




"Ella le pidió que la llevara al fin del mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar,
y se miraron un segundo, como dos desconocidos..."

Ruido.- Joaquín Sabina

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1 comentarios:

At 6/10/05 7:48 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

El mar...

Es curioso porque una vez viví algo parecido. Ha sido bonito leerlo. :)

PD: Cuidado con lo q regalas, q sé de buena tinta q esos regalos inocentes hechos en momentos eternos, nunca se recuperan.

brianda | Homepage | 06.11.05 - 10:20 pm | #

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Repitiendo la cadena de coincidencias, a mí también me pasó algo parecido en un muelle de Tui :)

Precioso post, sobre todo el momento cigarrillo del final ¿se da ella cuenta de que ya no debe esperar ni mantener su promesa?

Inchina | Homepage | 06.12.05 - 1:12 am | #

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porfavooooooooor !! dime de donde sacas el tiempo para escribir tantooo!!!
(no he tenido teimpo de leerlo, pero prometo que esta noche haré los deberes:P
un besito guapo!

cascabel | Homepage | 06.12.05 - 4:46 pm | #

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estuve

Ele | Homepage | 06.13.05 - 9:00 am | #

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joder, qué vida tan aburrida llevo...

monica | 06.13.05 - 1:03 pm | #

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brianda: los regalos realmente valiosos son los q uno siempre querría conservar pero decide entregarlos...

inchina: sabía q ese iba a ser tu momento preferido (aunq la interpretación queda abierta para quien lo lea...)

cascabel: lo cambio por puntos en exámenes xD, jaja. Pero bueno, en realidad me relaja escribir un rato cada día para desconectar... ya me dirás q te parece cuando lo leas.

ele: quede constancia entonces

monica: dimelo a mí, q escribo una historia de ficción y me encuentro a la gente q la ha vivido!! :P

besos!!

fj | Homepage | 06.13.05 - 1:19 pm | #

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precioso... besos

bifidus activo | Homepage | 06.13.05 - 4:44 pm | #

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Todavía fumo los mismos cigarrillos que encendimos sin saber bien quienes éramos...
Besos!!

AtelieR | Homepage | 06.13.05 - 7:45 pm | #

 

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