habitaciones prestadas
Tus zapatos siguen llenos de lluvia...
No hace falta que llames al timbre, ya hace tiempo que tienes la llave. No es tu culpa que un día quisiera dártela y ahora no sepa pedírtela de vuelta. Quizá algún día cambie esa vieja cerradura. Últimamente sólo da disgustos y se atranca a cada intento de cerrarla. Creo que sólo se abre bien de madrugada, en un horario más propio de ladrones. Tienes el piso libre y mi habitación prestada. Yo sigo de alquiler, bajo fianza de un corazón robado.
La luz de la entrada está encendida para evitar tropiezos. Creo que ya hemos tenido suficientes. Al final del pasillo está el salón, también hay una terraza. Si quieres deja los zapatos fuera. Allí ya habrá dejado de llover. Aún recuerdo cuánto te gusta el aroma de la tierra húmeda, observar las flores mojadas bajo el halo del rocío. Mirar la luna entre las nubes y soñar que las estrellas esta noche están algo más cerca. ¿Aún sigues creyendo que podemos alcanzarlas?
Cuando vuelvas a entrar, ya sabes donde está la habitación. No creo que tenga pérdida: sigue el pasillo corto con paredes estrechas. Hoy es tu habitación. Puedes dormir en ella. Te presto el hueco en mi cama, a mí ya sólo me ayuda a dar miles de vueltas. También puedes quedarte mi almohada, por si esta noche aún tienes sueño. Tal vez logres encontrar enredado en ella alguno de los sueños que conservas. Creo que yo ya empiezo a agotar los míos...
todos los abrazos que me faltan.
Quizás alguno más
de los que a veces necesitas.
Ya no sé calcular
el número exacto que mereces.
Ya me olvidé de hacerlo y ni siquiera
sé cuando fue la última vez
que lo intentamos...

Aunque si se agotaron todos,
"Te vi bailar bajo la lluvia, te limpié el corazón de arena,
te vi llorar bajo la lluvia... ¿quién te hubiera quitado la pena?"