desde un rincón...

...donde a veces las respuestas eran sólo nuevas dudas

"Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel,
en el instante en que mis frases me desnudan..."
(Quique González)

viernes, diciembre 30, 2005

nieve en la mirada


Se le ha llenado el pelo de canas como si fuera un manto de nieve. Creo que ha envejecido más en estos cinco o seis años de lo que lo hizo en los otros ochenta y tantos. Ahora está en una silla de ruedas porque le cuesta demasiado estar de pie. A veces ya no reconoce a quienes le rodean. Pero el día de Navidad, al ver a mi abuela se le iluminaban los ojos dándole un par de besos a su hermana, con un brillo difícil de explicar o describir en la mirada.

Desde que tiene Alzheimer es prácticamente tan indefenso como el perro del vecino que nos veía comer durante el almuerzo. El mismo que antes de empezar me vio pasar a su lado y lanzó un gemido sacudiendo la cadena que lo aprisionaba a la puerta de un patio trasero. Atrapado en medio de cientos de metros de campo a su alrededor que ahora no podía recorrer. Siempre me ha fascinado la capacidad que tienen ciertos animales, similar a la de los niños, de traspasar las barreras de las apariencias con su mirada. A veces creo que no te miran por lo que pareces sino por lo que eres, por como tú los miras a ellos. Cuando las personas crecemos, tendemos a perder esa rara habilidad que tenemos desde casi recién nacidos: la capacidad de asombro, de ilusión, de inexplicable atención ante un simple gesto que demuestre un leve interés por parte de cualquier otra persona.

Y era ese rastro de brillo tan fácil de reconocer como difícil de encontrar el mismo que había visto un rato antes en otros ojos. Así que cuando tuve un pedazo de pan en las manos le agradecí su mirada al perro lanzándoselo cerca para que él también pudiera comer algo. Y robé algunos picos y un par de pedazos de pan sobrantes cuando la mesa ya se había recogido, para llevárselos antes de marcharme. Y él se despidió mirándome con unos ojos de agradecimiento casi imposibles de no ser reconocidos.

Cuando después mi tío-abuelo me hablaba señalando unas vigas en la casa vecina, restos de lo que una vez fue construido y ahora casi derribado, pude ver ese mismo brillo de los niños pequeños en sus ojos. Me decía que mirara cómo estaba nevando sobre los tejados. Cualquiera podría ver que allí enfrente no había tejados sino sólo vigas sin cemento, y también saber que aquí la nieve sólo puede ser un sueño o un recuerdo resbaladizo en la memoria. Pero yo tan sólo supe mirar en su dirección, y decirle que "sí, hacía ya mucho tiempo que no nevaba así..."

Y él, que ya tenía la nieve en sus ojos, añadió entonces a su rostro una sonrisa.


*Felices fiestas y próspero año nuevo a todos.
Ojalá que nos traiga un poco del brillo perdido a la mirada...

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sábado, diciembre 24, 2005

tu cama deshecha

"I wish you'd make up my bed, so I could make up my mind..."

(Come pick me up.- Ryan Adams)



No,
no dobles aún las sábanas
que aún no es tiempo
de guardar en los cajones
que se abren y cierran llenos
de recuerdos disfrazados
de nostalgía,
de palabras y caricias
encerradas
que buscan una única salida
en dirección contraria.

No,
no apartes
de tu espalda todavía
la manta de invierno,
porque esta noche aún sigue
haciendo demasiado frío.
También es cierto,
que siempre ocurre así
en todas las historias
que hablan
de habitaciones separadas.

En ellas,
las camas siguen siendo
muy grandes para dormir solos,
el calor de nuestros cuerpos
separados y extraños,
no sabe abrigar siquiera
los sueños frágiles,
acurrucados en la almohada
buscando
un último motivo
al que agarrarse para
creer en su existencia.

Y en ese cielo inmenso
que hace del invierno nuestra manta
se rompe
el brillo de la luna en dos mitades,
y con ella
se escapan
todas las estrellas
que hoy
durmieron solas,
otra vez, quizá
corriendo a buscarse
las unas a las otras.

No,
no dobles aún las sábanas,
porque prefiero
tu cama deshecha
a la mía
perfecta y ordenada...
y sobre ella,
quedarnos quietos
que así, tal vez,
podamos
dejar
de
seguir
huyendo.

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martes, diciembre 20, 2005

paréntesis

Ojalá el corazón fuera un cenicero que puede sacudirse cada vez que está lleno de cenizas. Que sólo hubiera que dejar que el agua siguiera su trayecto por encima de todos sus rincones y luego quedara como nuevo para volver a usarse. Ojalá supiera por qué soy incapaz de olvidar a veces, de gritar en otras, de simplemente tirarme al vacio y dejar de pensar en todo lo que me rodea o deja de rodear continuamente. Ojalá supiera por qué llevo un par de días en que todo me afecta demasiado y a veces tengo ganas de llorar sin ningún motivo en especial, sin niguna cosa mala que me haya sucedido. Tal vez es tan sólo esa rutina, la ausencia completa de una simple ilusión cotidiana, la soledad que ni siquiera se cura en compañía. Esa sensación que se asemeja demasiado a un golpe en el pecho que hace que te cueste tanto simplemente el respirar. No lo sé. Ni siquiera lo sé en realidad. Ni siquiera tengo ganas de escribir esto, pero de repente parece que es lo único que siento que puedo hacer ahora... dejar que el corazón se vacíe de palabras como el cenicero que nunca ha sido ni será.


"¿Por qué me dices que va a ser distinto
si luego vuelve a ser lo mismo?
¿Qué tengo que ser para ser algo...?"

Otra tarde. - Enrique Urquijo y Los problemas

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domingo, diciembre 18, 2005

palabras guardadas

Porque hay páginas que el viento pasa
con la misma cadencia silenciosa
que marchan sin prisa las palabras,

lentamente, camino del olvido...



Lo malo de guardar en los cajones de tu escritorio los cuadernos viejos es que algún día acabas por encontrarlos. Un descubrimiento accidental, una búsqueda concreta o una mera casualidad son la coartada perfecta para una de esas emboscadas que a veces juega a cometer el subconsciente. Porque en aquellos cuadernos no sólo duermen las palabras llenas de polvo, sino también en muchas ocasiones los sentimientos, los recuerdos, trazos incompletos que sólo el paso del tiempo puede llegar a rehacer o destruir por completo.

Aun así, siempre me ha fascinado encontrarme con un cuaderno de hace algunos años y buscar qué pude haber escrito en otro tiempo en su parte final. Ésa en la que nunca llegaban las clases a ocupar las hojas con sus fórmulas, sus ejercicios y sus párrafos. Me encanta esa sensación de ser capaz de revivir el tiempo en las palabras.

Incluso si esas palabras siguen sin ser del todo fáciles de leer...


"Silencios que matan suspiros
que siguen callando por temor

a darlo todo por perdido,

palabras que siguen guardadas
sin explicar los motivos

que encuentro en una mirada

para echar de menos tu voz
que a veces ni siquiera reconozco,

para darle una explicación
a lo que me cuentan tus ojos,

para darle sentido a este amor

que tan fuerte nunca había sentido,
para curar tu maltrecho corazón
con otro que late, sin ti, malherido."

Agosto '04

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viernes, diciembre 16, 2005

Goodnight moon



Hay días en que tus propios ojos parecen los de un extraño en el espejo, y no sabes si soñar con que el espejo se rompa con la luz de luna...
o con no volver a reconocer tus ojos en él.


"Please take me out of here
So we can have a ball
I've been tied up

My face against the wall

Who's got trouble

We've got trouble
Go ahead make mine a double

I do declare I'm in a state

And I just can't wait


Please get me out of here

My handsome buckaroo

Wait until I get

My hands all over you


Who's unhappy

We're unhappy

Get my coat and make it snappy

I do declare I'm in a state

And I just can't wait


I'm under the bed

You're over the moon

And it won't be over easy but it could be over soon


Please take me out of here
Do like you're daddy do

Wait until I get...
my hands all over you"


(New casablanca.- Shivaree)

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domingo, diciembre 11, 2005

paisajes del corazón


Hay rincones del corazón que durante mucho tiempo se mantienen tan óscuros como el fondo de un océano. Entonces son paisajes tan inhóspitos que pueden llegar a describirse como verdaderos desiertos sumergidos. En algún momento pudieron ser hermosos, pero de algún modo fueron desolados, arrastrados al abismo de la nada por la falta de calor, de luz... incluso de la propia vida. Rincones tan desconocidos que a veces su propio dueño desconoce de su existencia tanto o más que aquellos que sólo los conocen de paso trazando caminos diarios a su alrededor. En épocas así, recuerdan a lo que debió ser el universo poco antes de nacer, mucho antes de la existencia de nosotros mismos: un inmenso e incomprensible vacío.

Y sin embargo, son esos mismos paisajes devastados los que un tiempo después deben llegar a reconstruirse. Como ese lienzo en blanco desolador en el que no se dibuja nada después de días, meses o años mientras sueña con llenarse de colores y paisajes. Como esa sombra de tormenta que desea librarse de sí misma y cambiar su oscuridad por luz para que nadie se ahuyente al verla en el cielo. Y así, en un instante tan inexplicable como el que marca el nacimiento de la lluvia o el primer trazo de color para dibujar un paisaje, algo cambia.

Porque a veces el Sol consigue filtrar sus rayos, aunque sea tímidamente, hasta el fondo del océano. Y entonces, poco a poco, esos rincones óscuros son capaces de encontrar un mínimo de luz y calor. Gracias a ellos, pueden escuchar el ritmo de sus propios latidos y hacer crecer de nuevo la vida hasta devolver su belleza a los antiguos paisajes derrotados. Y algún día, tal vez sean lugares hermosos repletos de animales, árboles y flores. Paisajes en los que aprendan a volar las mariposas que lo habitan, regalándole colores que nunca antes habían conocido.


"Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada
y me encontraste bien
y te encontré más linda

ahora que por fin

está bastante claro
dónde estás y dónde estoy

sé por primera vez

que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,

ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia,
y acabaran organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos."

(Lovers Go Home.- Mario Benedetti)

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sábado, diciembre 03, 2005

clavando la mirada

[Hoy este blog cumplirá un año, y este post iba a ser muy distinto, pero si ya de por sí no tiene mucho sentido escribir lo que no se siente, lo tiene menos aún cuando este blog ya nació latiendo de forma parecida en sus inicios...]


"Ahora sé
que en aquella ciudad deshabitada
la gente andaba triste,
con una soledad definitiva
llena de abrigos largos y paraguas."
(Luis García Montero)



Cuando la ciudad espera
para clavar en ti su mirada
con los ojos de otra persona

al momento en que ya te has ido,
y desde esa esquina abandonada
que aún solemos llamar nuestra casa
ya sólo sopla el viento frío...

a veces el amor enseña
en su crudeza un rostro más verdadero
y aparece, como una mentira,
con su existencia tan hermosa
que otras veces quisimos creer,
pero sólo fue que había sido
una mentira muy bien contada.


Y entonces piensas que ahora
nada
puede ser igual que antes,
pero luego, observas a tú alrededor
descubriendo que todo cambia,
salvo la propia vida de aquel
que no se atreve a alterar su curso,
como ese río que vive tranquilo
y en mitad de la tormenta,
sin remedio, se desborda.

Porque ya no le quedan ganas,
porque ya se las han llevado todas.
Porque a veces la diferencia
entre ser
capaz de sentir algo
dentro de ti y de no serlo

es un simple y preciso instante
como el que separa la vida de la muerte.

Porque ilusionarse es sólo una manera
de sobrevivir un tiempo, de ir
poco a poco, lentamente

cogiendo más altura para sentir,
una vez más, ese extraño vértigo
al borde del mismo precipicio
un segundo antes de caer.

Y aprender a levantarse otra vez
ahora no parece servir de nada,
cuando apenas hay en cada caída
alguien que trate al menos de ofrecer
el tacto de una mano cálida
a la que poder aferrarse y recibir
una simple y necesaria caricia

Hoy sólo quiero que el cielo siga llorando y sé
que ni siquiera eso va a ocurrir...



*Gracias a todos los que a los que alguna vez comentaron, a quienes pasaron a leer sin comentar, a los que inspiraron algún texto, a quienes ayudaron a crear algún post, a escoger fotos para ilustrarlos o encontrar esa palabra necesaria que faltaba, ese título escondido que guardaban las palabras escritas... y también, de paso, a los que algún día descubran por primera vez este humilde rincón...

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