desde un rincón...

...donde a veces las respuestas eran sólo nuevas dudas

"Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel,
en el instante en que mis frases me desnudan..."
(Quique González)

domingo, noviembre 27, 2005

walk your way

"Out of the corner of my eye... was that you, passing me by?"

(Standing still.- Jewel)


Tres horas por delante para reconciliarnos con esa normalidad poco corriente que un día hicimos nuestra. Una clase opcional a veces guarda en ella amigos obligatorios. Antes, a veces nos encontrábamos como una moneda tirada en la calle que descubre un niño, que así ya es feliz para el resto del día. Quizá esta vez alguien perdió un billete y entre los dos nos lo repartimos... Si a las dos horas hacemos inventario de las sonrisas gastadas seguro que ya no quedaban más del presupuesto. Pero siempre guardo alguna por si acaso. Sabía como hacer que funcionara aunque luego no nos dejaramos. Hay trucos que nunca fallan para robarte una sonrisa traviesa, un empujón inocente, una palmada en la espalda o una de tus miradas inquietas.

¿Hemos vuelto a ser los mismos o es tan sólo que ya casi no te echo en falta? No puedo evitar alegrarme de que volvamos a reírnos juntos un buen rato. Tú tienes el vaso medio lleno y a mí sigue tocándome el vacío... a pesar de todo, me alegro de que ya tengas a alguien, que te vaya bien. Incluso sin saber si alguna vez pensaste en lo que me dolían algunas cosas.

La clase acaba, y quizá ni siquiera hace falta que nos despidamos. Es el hasta luego rutinario de quien sabe que volveremos a vernos tarde o temprano sin pensar que no puede ser de otro modo. Que en el fondo tal vez seamos más de lo que creemos sin decirlo. Amistades rutinarias. Bonita definición para una realidad que nunca he comprendido del todo pero que ya empiezo a asimilar...

Y de vuelta a casa, me encuentro con una bolsa de chucherías en el bolsillo. Últimos restos de las compradas con ella en el kiosco para rellenar minutos en el descanso. Aún quedaban dos golosinas, y se entremezclaban sus sabores. El paladar apenas distinguía entre salado y dulce. Pudimos ser, en algún momento. Quién sabe...
incompatibles pero acostumbrados. Supongo que todo es mejor así.

En el fondo, ni en los mejores sueños llegue nunca a imaginarnos cogidos de la mano...



Walk your way, don't look back

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sábado, noviembre 19, 2005

amaneceres de lluvia


Los rayos de Sol acarician su piel llena de humedad al despertarse. Amanece en la ciudad dormida entre nanas de lluvia. Aún quedan gotas de agua que tocan su melodía de otoño al otro lado del cristal. Las hojas de los árboles se despiden y caen al suelo, bailando con elegancia mecidas por el viento que sopla sin un destino cierto. Los charcos esperan sobre el suelo su oportunidad de llenarse de niños saltando en ellos. Hay un arcoiris sobre el cielo que recuerda que el Sol volvió a salir tras la tormenta.

Y hay un recuerdo que grita contra el viento que al Sol le sigue faltando el brillo que le sobra a tu sonrisa.


"when we'll wake up, some morning rain will wash away our pain..."

(Rainbow.- Elisa)

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sábado, noviembre 12, 2005

el reflejo ausente


Tiene en la mirada un guiño cómplice
que siempre acierta a descifrar la clave
abriendo la cerradura sin un golpe,
rozando suavemente con sus dedos
sin dejarte una sola huella encima,
salvo el rastro de un recuerdo
que dudas si realmente existió

Tiene siempre a punto la sonrisa,
dispuesta a incendiar los corazones
que aceptan entregarle su vida
a cambio de una chispa, de su brillo
oculto en las noches de niebla
que a veces, tan oscuras, olvidan
que siguen existiendo estrellas
para hacer de soledades compañía

Tiene entre las manos un mundo,
y sueña que hay alguien escondido
en un lugar, a quien poder regalarlo,
alguien que tampoco conoce
la manera de compartir el suyo,
y cada noche se pregunta en silencio
si lo que quiere es salvarlo o condenarse

Tiene la mente tan llena de dudas,
muchas propias, algunas de los demás,
que se convierten en ejército invencible,
legión kamikaze de temores
que ya no saben morir sin matar
en crímenes de amor desmedido

Si por ellos cumpliera condena,
sería su máximo castigo encontrarse

los ojos de un extraño ante el espejo,
la propia incertidumbre reflejada
en el eco de los pasos ajenos,
en el frío de un contestador
que sólo guarda un débil ruido,
escucha abandonada de su voz


"Tengo guardado lo que me dabas sin darme nada
viento del Este y en tu mirada polvo de hadas
tengo guardado lo que me dabas sin darme nada
vanos intentos, versos heridos..."

(Viento del Este.- Cómplices)

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domingo, noviembre 06, 2005

una calle que lleva tu nombre

"Hoy empecé a andar sin fijarme,
no sé cómo llegué frente a su calle,
pero al notar mi error al girarme
miré hacia atrás sin querer y vi su imagen,
y recordé su voz bromeando en las tardes..."


(Cambio de planes. - Los Secretos)



Aquella tarde decidí coger el autobus que pasa por la calle desde la que se ve su casa por sonreírle con cierta nostalgía a los viejos tiempos. Recordar lo bueno que había entre nosotros y obviar lo malo que evitaremos reprocharnos. Ya he dejado de saludar simplemente para saber qué tal le va, como siempre me ha gustado hacer con mis amigos. Ahora sólo hablamos si coincidimos en el mismo espacio y tiempo sin más remedio, o si necesitamos algo de la otra persona. Quizá tan sólo es mera cortesía, guardar las apariencias, coincidencias circunstanciales disfrazadas de una curiosa amistad. Aún así, sigue teniendo la misma risa traviesa que sabría hacer estallar en cualquier momento en su rostro. Si se da la ocasión, podemos sentarnos juntos durante un par de horas y hacer los mismos chistes de siempre. Como si nada alrededor hubiera cambiado, tan sólo nosotros... todo es aparentemente como antes, pero ya nada es lo mismo.

A veces sigo creyendo que alguna vez dará señales de vida para preguntar qué tal va todo. Luego, me doy cuenta de que alguna vez puede necesitar apuntes, exámenes de otros años, consultar la hora de una clase y entonces preguntarme sobre algo así. Y que quizá es la única manera de que hablemos si yo decido no hacer nada por buscarla como antes. Sigue teniendo mi número aunque casi nunca haya sabido usarlo. Yo sigo aprendiendo a olvidar el suyo. Hace tiempo tenía tanto miedo de perderla que no me daba cuenta de que ella tampoco parecía tener interés en conservar lo que yo creía amistad. Hoy aquel miedo parece convertido en indiferencia, y al menos, creo que ya va dejando de doler...

Me monté en aquel autobus para pasar frente a su calle, y una vez en él, ni siquiera recordé mirar por la ventana hacia su puerta. En el fondo, creo que es justo así como nos perdimos: sin darnos cuenta de lo que teníamos una vez, enfrente de nosotros mismos.

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