desde un rincón...

...donde a veces las respuestas eran sólo nuevas dudas

"Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel,
en el instante en que mis frases me desnudan..."
(Quique González)

miércoles, junio 29, 2005

ahora (en otro tiempo y lugar)

A veces descubres por primera vez una sonrisa sabiendo que ya la has visto antes. Y piensas que tal vez hay un lugar que visitaste del que se escapó, otro sitio dónde ya la habías encontrado una vez. Y ocurre que además suelen ir acompañadas de una mirada que parece salida de otro tiempo. Miradas de esas que recuerdas sin haberlas visto, que te persiguen con un aire familiar que no sabes descifrar y con el tiempo ni siquiera pretendes hacerlo. No importa dónde o cuando las hayas visto, porque el único lugar y fecha que importan es aquel en que descubres que una vez, quizá en otra realidad, en otro tiempo u otro lugar, de algún modo ya las conocías.

Pero cuando de repente y sin ningún motivo aparecen a tu lado, es como si lo hubieran estado siempre. Y sólo existe ahora, sin antes ni después, y la certeza de que alguna vez hemos mirado la misma estrella brillando en el cielo y sonreído a un sueño...

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domingo, junio 26, 2005

celebrando silencios

De quien recibas silencio,
regálale después una palabra
así sabrá lo que supo decir y no quiso,
todo lo que pudo hacer mientras callaba...

El cielo oculta estrellas bajo un manto de nubes que también guardan la luna. Hay una habitación a oscuras alumbrada únicamente por la luz de un flexo acostumbrado a verme a solas frente a él. Hay una ventana que tras los cristales no deja ver otra cosa que una pared en blanco, como parte de otro patio de vecinos. Esa ventana está abierta, dejando pasar el viento que entra a buscarme pasando a través de ella, pasando a través de mí... Entra y juguetea con los folios garabateados de palabras que unas veces son apuntes y otras sueñan con ser versos, removiéndolos sin apenas esfuerzo. Los altavoces están encendidos, la funda de un CD abierta y vacía sobre la mesa del escritorio, pero ahora no hay nada sonando en ellos... sólo el ruido de la televisión de fondo en el salón y el de mis dedos sobre el teclado. Y creo que ahora mismo me da igual que no suene nada, que haya otra noche más el silencio suficiente incluso para escucharme pensar. Quizá sea el mismo que me acostumbré a escuchar entonces...

Durante muchos meses atrás, una noche así hubiera sido el preludio de una mala madrugada. De muchos sueños que se desvanecen, del sueño que no llega a conciliarse en horas. Y hoy, es sólo la calma en soledad y ese silencio casi balsámico que te reconcilia contigo mismo, ese que tan pocas veces nos sorprende... Aprendí a escucharlo de otros labios y tuve que acostumbrarme, pero hoy ya no me queda más que celebrar el que ha sobrevivido. Fue tanto tiempo queriendo soltar las palabras sin que se escucharan, que ahora por fin se han callado sin necesidad de pronunciarlas. No volveré a cruzar palabras sabiendo que volverán sin una respuesta. Ya no soy esclavo de aquel silencio. Ahora tan sólo soy un poco más dueño del mío.

Y aunque esto fuera la calma previa a una tormenta, supongo que ya es hora de que vuelva a sonar la música...

"When it's one need in the night
it's only one love we get to share it
it leaves you baby if you don't care for it...

...and I can't be holding on
to what you got, when all you got is hurt"
One.- U2

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miércoles, junio 22, 2005

la noche de la luna

"Have you seen the moon tonight? is it full? still burning its embers..."
(Anybody want to take me home.- Ryan Adams)


Esta noche la luna estará 24.000 kilómetros más cerca de lo habitual, y parecerá algo más grande que de costumbre por un efecto óptico y la posición respecto al Sol. Espero que el cielo no se ponga caprichoso ni egoísta y decida no nublarse para guardársela él solito dejando sólo un puñado de estrellas que casi tapan las farolas. Muchas veces he escuchado que sin el Sol no sería posible la vida en laTierra. A veces pienso que sin su reflejo en la luna nos sería imposible el amor...



La luna está absolutamente preciosa esta noche.

Quizá es sólo que su luz busca refugio en los ojos de alguien...


"y la luna tan callada que se pone roja de rubor
y el hombre sólo palabras, se hace viejo cuando sale el Sol
y la vida que se escapa, ¿en qué bar está tu corazón...?"

La vida amurallada.-
Carlos Chaouen

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lunes, junio 20, 2005

la mirada de un niño

Caía la tarde sobre la parada de autobus y el cielo se cubría de golondrinas entre nubes iluminadas por la última luz del Sol. Esta vez ni siquiera se me hizo larga la espera y al montarme como de costumbre un sitio de pie asomado a la ventana. Las gafas puestas esta vez para mirar la ciudad con atención, y al girar la primera curva en la esquina veo a un niño pequeño en brazos de su madre. Y veo como me sigue con la mirada al marcharse el autobús, preguntándome si realmente me miraba a mí... Creo q sí, porque también yo lo miraba a él, y los niños devuelven las miradas, las sonrisas y los mimos como los mayores ya olvidamos hace tiempo hacerlo.

Me pregunté cuándo dejé de mirar a las personas con los ojos de un niño que devuelve lo que recibe porque simplemente le apetece, y luego espera para ver qué hay detrás de esa mirada, esa mueca, esa sonrisa tan inesperada como sincera. Hay en la mirada de los pequeños una parte de agradecimiento y otra de recompensa: te miran porque los miras, y quizá sea por eso mismo que te ganes merecerte su atención. Y creo que hay también en ellos una ausencia casi total de prejuicios, que no saben de pendientes, de piercings, de gafas, de sexo, color, raza o religión. Ellos se fijan en cómo los miras, en si les sonríes siguiendo el juego que quieren proponerte, si les devuelves una lengua burlona que sacarles cuantas veces haga falta... y te dan un plazo sin fecha fija para evaluar la forma de comportarse con ellos. Y también la de ellos contigo. Hoy querría recuperar la mirada limpia de niño que una vez tuve y con los años fui perdiendo sin darme cuenta...

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sábado, junio 18, 2005

manifestación ¿por la familia?

Hoy se han concentrado miles de personas en Madrid a favor de la familia tradicional y de todos sus derechos. Madre, padre e hijos. Eso que llaman "lo normal", "lo lógico", "lo correcto"... dicen que no iban en contra de nadie. Entonces, apoyarán también las familias que tengan un hijo gay, ¿no? Son madre, padre e hijo de toda la vida. ¿Apoyarán entonces los derechos de ese hijo de una familia tradicional? A fin de cuentas, ¿son menos familia sus padres por eso?

Ojalá en vez de abrir las manifestaciones, algunos políticos abrieran sus mentes...

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jueves, junio 16, 2005

miradas de ciudad

Esta ciudad me mira con tus ojos, parpadea...
(Luis García Montero)

Pasear por la ciudad para perderse entre la gente y su murmullo de voces sin orden, el ruido de los coches o la calma de los parques. Observar el parpadeo de los semáforos, los peatones que cruzan desordenados, los coches esperando impacientes. Cambiar el paso y la dirección sólo por el placer de ser capaz de hacerlo y no tener la prisa de llegar a ninguna parte. Apartar con las manos la rama de un árbol que ya deberían de haber podado. Contemplar el presunto fin del camino actual sabiendo que aún podemos no aceptarlo. Caminando por unas calles que se extienden tras de sí, ni llenas ni vacías, sino como enormes habitaciones en las que siempre se oyen los pasos de alguien. Y como las ventanas encendidas en la madrugada, siempre existe también una calle abandonada al girar a un lado la cabeza... porque aún quedan lugares por descubrir.

Encontrando a los perros que pasean de la mano de sus dueños, algún gato a su aire cerca de los setos que se cruza y te mira escondido de nuevo. Las hojas de los árboles cayendo víctimas de un viento que escapa hacia otra parte donde se cree más necesario. La imagen de los pájaros juntos y siempre revueltos en busca de comida. Un gorrión que mueve la cabeza desorientado sobre el capó de un coche sin saber muy bien qué hacer hasta que emprende el vuelo. Un niño pequeño que sonríe desde su carrito como réplica para una mueca que lo saluda. Los escaparates reflejando la mirada de curiosos, clientes y simples transeúntes que hacen su camino, de paso a otro lugar. La cabeza alta, la mirada curiosa robada a los turistas para distinguir los edificios que tantas veces pasan desapercibidos. El reflejo de las luces del día sobre el agua del río asomado a la baranda de un puente que sueña con unirse a ella...

Pasear para descubrir esos instantes que se esconden en los rincones más inesperados y pasan a diario sin darnos cuenta. Cuando las calles que se abren al propio paso descubriéndose, repletas de dobleces quizá impuestas por mero capricho de otros tiempos, destilan el aroma de los lugares que dejamos atrás, pasada una floristería, visto un taller de carpinteros o añorada ya una tienda de pasteles. Cuando aparecen tantos cruces de caminos que podemos elegir una ruta casi con cada paso de los que estamos dispuestos a asumir.

Y pasear entre cientos de desconocidos que pasan por tu lado sin mirar, sin saludarse, sin sonreírse, sin hablar apenas... y por cada cien, quizás aún hay un par de miradas que se buscan tímidamente, casi agachadas, desconocidas en mitad de cualquier parte: una parada de autobus, un semáforo en rojo, un banco del parque o la sombra de un árbol dandoles cobijo. Y niños jugando al fútbol en mitad de una calle de barrio sin importarles la calor que frena a los mayores de salir de sus casas. Una pareja camina de la mano acompasando sin esfuerzo sus pasos. El sol sigue lentamente deslizándose por los edificios, escapando de las sombras en el suelo hacia su retirada. Se podría imaginar que doblando una esquina aparezca una plaza vacía donde te espera alguien. En el cielo se asoma tímido el reflejo de una luna curiosa cuando aún no le toca estar presente. El olor de los naranjos al marcharse la primavera sentados en un banco. El último latido diario de un Sol que ya casi empañan las farolas empezando a iluminar las calles que se niegan a quedarse a oscuras...

Siempre es un placer pasear guardando esos pequeños momentos que a veces es capaz de regalar una ciudad con su mirada.

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miércoles, junio 15, 2005

domingo en el parque

El otro día volviendo de la biblioteca me bajé un par de paradas antes del autobus. Ahora la avenida porla que suele ir está de obras y da una vuelta enorme que no me apetecía dar allí encerrado (ya estaba harto después de llevar media hora esperándolo y quince minutos montado en él...) Así que aproveche que paraba en la puerta de un parque que podía cruzar dando un paseo por él. Me deje atrapar por el frescor de la hierba, húmeda a pesar de la calor de media tarde, y fui mirando los árboles, la gente, los pájaros, los niños jugando en los cacharros... y el estanque de los patos. Recordé que me había sobrado un trozo de pan que aún llevaba en la mochila y decidí sacarlo para ir a tirárselo a los patos como comida. Al llegar al estanque vi unos 6 o 7 patos que nadaban cerca de las barandillas, y cuando les eché el primer trozo de pan casi salen huyendo. Probé con las palomas pero tampoco tenían hambre entonces. Sólo me quedó acabar mi camino a través del parque buscando una papelera para el pan que sobraba. Y allí se quedó abandonado junto a la sensación de que en esa papelera quizá también cabría mi infancia...

Después llegué al otro lado del parque y me encontré ante las puertas cerradas por culpa de las mismas obras que alteran la ruta del bus... No me quedó otra opción que salir de allí de forma algo "incívica y salvaje" saltándome una de las vallas. Al menos así recuperé parte de la infancia dejada en la papelera...


*Moraleja: los animales del parque desconfían de los adolescentes (qué daño ha hecho la nueva cultura juvenil de los canis, surferos y alguna que otra tribu urbana...)


PD: las vallas son ahora más pequeñas que cuando era un niño... :P

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martes, junio 14, 2005

torpe, inseguro, estúpido...

[siento la rayada, pero necesitaba soltarlo en algún sitio para sentirme algo mejor... pueden saltárselo, no se pierden nada importante...]

Odio cuando me pongo así, cuando podría aplicarme esos y unos pocos más de calificativos similares, cuando toda esa inseguridad que tengo dentro sale a flote por la mayor estupidez que se pueda imaginar y se lo lleva todo. Y entonces dejo de ser el tipo que algunas personas a las que le importo ven como sensible, simpático, agradable, gracioso y a veces hasta mono. Pero todas esas cosas no importan esta noche, no son nada. Mañana me habré arrepentido pero hoy quisiera cambiarme totalmente, o al menos un poco, quitar esa parte de mí. Porque todo se esfuma en un segundo cuando aparece esa parte destructiva llena de dudas que es incapaz de saber qué requiere la situación en ningún momento, que mete la pata constantemente cuando menos debería, que sólo es capaz de hablar de sí mismo cuando alguien intenta mantener una conversación entretenida, que me vuelve por momentos un estúpido, ególatra y egoísta, que no deja de pensar en lo que piensan los demás de él cuando debería pensar en lo que pienso yo de mí mismo...

A veces es odioso ser tan inestable, tan inseguro, tan tremendista, tan... buffff, tan yo mismo. Creo que esa inseguridad es como un gran agujero negro que dejaría el cielo sin estrellas si estuviera en él. Por suerte, la llevo ahí dentro agazapada en algún rincón. Así al menos el cielo puede iluminarme esta noche, y así mañana seguirá saliendo el Sol...

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lunes, junio 13, 2005

dónde quiera que estés...

Espero que alguna vez recuerdes las clases que compartimos entre carcajadas, los recreos jugando al fútbol en el patio del colegio, los ejercicios que a veces copiabas de mis cuadernos, los eventuales castigos en que nos acompañamos, los goles que salvaste tras mis fallos, y tambíen los que marcaste con mis pases...

Espero que alguna vez recuerdes que fuiste mi mejor amigo el tiempo que estuvimos juntos en aquel colegio, que ojalá hubiera sido mucho más de dos años... Yo no los olvido, ni me olvido de ti.

Hoy es San Antonio.

Felicidades.

Javi

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sábado, junio 11, 2005

regalando el mar...

Se conocieron una noche de verano a la orilla de aquel mismo mar que ahora contemplaba. Ella estaba descansando de uno de tantos paseos nocturnos, esperando una vez más frente a las olas. Mirando al mar, de pie sobre la orilla, seguía fijando los ojos en el horizonte para ver volver un barco que partió hace años con rumbo a cualquier lugar demasiado lejano para perseguirlo. Quizá también para esperarlo, soñando día y noche con que al romper las olas en la arena todo lo que se llevaron volviese a estar de vuelta alguna vez. Él en cambio tan sólo pasaba por allí. Distaba mucho de sentir esa orilla como suya porque ya casi había olvidado cómo pasear por ella. Se escapó un rato del muelle, de los bares, de las copas y las risas para sentir de nuevo la arena bajo sus pies después de tanto tiempo. Estaba en otro puerto más, en aquella madrugada en que la humedad se pegaba a los huesos. Casi tanto como los recuerdos a su corazón de náufrago.

Eran a esas horas las únicas siluetas en la orilla que dibujaban desde la distancia las luces de farolas del muelle. Y fue en aquel instante cuando se cruzaron sus miradas en la noche. Ni siquiera le hizo falta ver sus ojos para saber que llegando a su altura le pediría fuego aunque intuía que ella no tendría mechero. Y ella sonreiría diciendo que hace años que lo dejó, que espera que vuelva alguien a quién le prometió que abandonaría aquel maldito vicio. Él le dice que hizo bien, ojalá él tuviera el valor de hacerlo, porque el tabaco es muy malo para su salud... aunque también lo es quedarse en la orilla esta noche sin algo más de abrigo. Así que ella acepta la cazadora que pone sobre sus hombros el viajante con ojos cansados de mar. Y deciden sentarse a hablar durante un rato al compás de la brisa marina y el ruido de las olas.

Y los minutos se convierten en horas que pasan de puntillas. Hablando de la espera en una tierra que echa de menos el mar, de lo frías que se volvieron las madrugadas de verano desde hace algún tiempo que no creían tan lejano, de la soledad en la mar añorando la propia tierra. Y también de las vidas que dejaron marchar y aún esperan que traiga para ellos una ola en una noche olvidada de sus calendarios. Y de los corazones anclados que suben y bajan con la marea mirando a oscuras la luz de luna... Y charlaron como sólo pueden hacerlo dos desconocidos que nada saben ni esperan el uno del otro, acompañándose hasta el amanecer de aquella orilla de playa desierta. Y con el Sol asomándose tímido entre las nubes y sus rayos en la espalda, ella le devolvió por fin su abrigo junto a una sonrisa de gracias por la compañía reflejada desde el fondo del alma en sus labios. Él replicó con otra que decía mucho más que de nada, de esas que nunca supo reconocer en su cara hasta que no lograba repetirlas...

Se despidieron tal y como se encontraron, y ambos rehicieron sus caminos borrados por el viento de la noche ya extinguida. Se habían dado la espalda y más de un par de huellas se volvían a dibujar sobre la arena, cuando él miró hacia atrás por última vez, en un impulso de necesidad casi inconsciente...

Entonces pudo ver que sus pasos no acababan de alejarse, y detuvo un instante su camino. El tiempo suficiente para que ella se acercara de nuevo y le pidiera, esta vez sí, un cigarrillo. Él repitió esa sonrisa en los labios al dárselo, y sacó del bolsillo su mechero para encenderlo...




"Ella le pidió que la llevara al fin del mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar,
y se miraron un segundo, como dos desconocidos..."

Ruido.- Joaquín Sabina

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jueves, junio 09, 2005

latidos de una pluma

El otro día recordé que guardo en un cajón una pluma de la cola de mi último canario. La encontré un día limpiándole la jaula mientras él se paseaba por la mesa de la cocina entre las cosas que yo iba sacando de ella. Al principio revoloteaba asustado cada vez que intentaba cogerlo, y al atraparlo con su coranzoncito alterado latiendo a toda velocidad, casi tenía ganas de dejarlo dentro para no hacerle pasar un mal rato metido en una bolsa mientras limpiaba su jaula. Se llamaba Curro, por las pintas que tenía de ser el canario más chulo y más guapo que nadie pudiera encontrar. Aunque al final el cariño lo cambio a Currito, o a Pichi... a fin de cuentas daba igual porque él seguía respondiendo, piando cuando le hablaba para expresar alegrías, quejas, súplicas o temores. Era tan fácil entenderlo si ponía atención al escucharlo...

Con el tiempo lo que hacíamos cuando mi abuela no estaba vigilándome era cerrar las ventanas, y entonces lo dejaba a su aire sobre el mueble de la lavadora. Así estaba mucho más tranquilo que dando picotazos histérico dentro de una bolsa. Empezó a ni siquiera moverse del sitio cuando iba a cogerlo para limpiar. Y mientras yo limpiaba, él iba dando saltitos de un lado a otro de la mesa, a la bañera, al trozo de manzana que tenía preparado para ponerle, al comedero del alpiste que perseguía con la mirada y saltando a de un palo a otro cada vez que se lo cambiaba... Y después, había veces que incluso si le dejaba la puerta abierta de la jaula, él sólo se iba hacia ella sin que lo tuviera que coger y entraba de un par de saltos por sus propias patas. Aquel día empezó a cambiar la pluma como cada final de primavera o principio de verano. Y decidí guardar aquella pluma mitad parda y mitad amarilla según el lado q se mirase en un cajón de mi mesilla.

Cantaba a todas horas del día, y su canto se escuchaba desde la esquina de la siguiente manzana. Aunque en época de cambio de pluma siempre se ponía algo pachucho y cantaba menos... Luego yo me iba de vacaciones y él se quedaba en casa con mi abuela. Ella me decía que estaba tristón, que apenás piaba en todo el día. Que no hablaba casi nada. Pensábamos que siempre era porque aún estaba cambiando la pluma. Y cada vez que volvía de vacaciones, al acercarme no tardaba ni un segundo en recibirme piando lleno de alegría y dando saltos de un lado a otro de la jaula. No sé quién de los dos nos echábamos más de menos...

Meses después de guardar aquella pluma, un día que yo me había puesto malo y no había podido ir al instituto, lo encontramos tiritando por la mañana al destaparlo. Me pasé toda la mañana dando vueltas a su alrededor, hasta que al final tuvimos que sacarlo de la jaula y él ya no volvió a entrar en ella, ni por su cuenta ni en mis manos. Llevaba ya bastante enfermo un par de semanas, pero de algún modo sé que esperó a estar conmigo para marcharse aquella mañana. Y yo decidí en aquel instante que no quería volver a perder algo que quería tanto, y que ese sería mi último canario.



Cada día de mis vacaciones de cada uno de los años que lo tuve, paseando por la orilla de la playa, buscaba sobre la arena húmeda unas costras con las que luego él se podría afilar el pico. Luego volvía y se la colgabamos en la jaula, y creo que muchas veces intentó primero comérselas... Ahora, cada vez que paseo por la playa, sigo buscándolas insconscientemente y me acuerdo de él.

Hace varios días descubrí esta foto por accidente y recordé esas búsquedas tan cerca del mar, sobre la arena de la orilla de las playas. Al instante, me fui corriendo al cajón donde guardaba su última pluma con el miedo aterrador de haber perdido el rastro de su recuerdo. Pero por suerte allí estaba, tal y como el día que decidí guardarla. Y el contacto de su pluma con mi cara para hacerme cosquillas fue como volver a sentir por un momento su corazoncito golpeando a base de latidos acelerados los dedos de mi mano al sacarlo de la jaula. Y noté que resbalaron por mi mejilla algunas lágrimas, seguramente las mismas que logré contenerme en aquella última mañana que no quise volver a querer a ningún canario como a él.

O quizá también, como él a mí...

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martes, junio 07, 2005

planes para recuperar la infancia

Me ronda por la cabeza una idea para después de los exámenes. Recuperar parte de mi niñez a base de pequeñas cosas. Sin prisa pero sin pausa. Iré pensando en cosas por hacer de aquí al fin de los exámenes (q por cierto, mañana tengo uno...) y añadiéndolas. Por el momento, ya tengo algunos propósitos:


-Ir a comprarme un par de tebeos de Mortadelo de los q leía cuando era niño (quizá un tomo de Super Humor si es q aún existen...)

-Levantarme cuando me de la gana y desayunar después de un rato, tranquilamente (bueno, esto aún lo hago algunos días en exámenes... así me va :P)

-Volver a desayunar aunq sólo sea de vez en cuando tostadas con nocilla (aunq con la calor del verano se pueda estropear...)

-Releer algunos libros infantiles de los q compré cuando era niño (alguno q otro del Barco de vapor por ejemplo podría valer...)

-Pasarme un par de días enteros (o si puede ser alguno más) sin ponerme ni una sola vez el reloj en la muñeca.

-Hacer como si el móvil no existiera durante al menos 6 horas seguidas (y aún así quizá siguiera sin perderme mucho...), y tan sólo controlar las respuestas oportunas periódicamente.

-Rogar porque antena 3 (o alguna otra cadena de TV caritativa y piadosa...) decida volver a reponer este verano Dragon Ball, la serie buena de dibujos animados de Spiderman y (sobre todo) capítulos de McGiver (el Equipo A ya lo han echado muchas veces...)

-En caso de q no los repongan, iniciar una campaña de bombardeo de mails/recogida de firmas para pedirlo sin descanso "hasta q se nos oiga" :P

-Ver películas malas, en grupo, en casa de algún amigo (el cine estropea los comentarios estúpidos para pelis de valor artístico discutible...)

-Desenterrar la consola-dinosaurio y invitar a mi mejor amigo a recordar las tardes en mi casa de hace años, jugando con los mismos juegos.

-Jugar con un balón en nuestra calle, aunq sea durante diez minutos...

-Pasear por los parques y respirar el aroma a hierba sin plazo de regreso ni reloj q acelere la marcha del Sol.

-Sentarme en un banco junto al estanque y darle de comer a los patos. También a las palomas, q siempre tienen hambre...

-Hacer un par de intentos de atrapar a alguna de las palomas (eso sí, sin violencia, q bastante se llevaría ya con el susto... y además, q no tengo yo instinto de cazador...)

-Comprar un bloc de folios en blanco y llenarlos de cualquier cosa q me apetezca escribir o dibujar, siempre a lápiz.

-Tumbarme sobre el césped a mirar el cielo escuchando el viento mecer las hojas de los árboles.

-Saltar (sin paraguas) sobre los charcos de agua cuando llueva.

-Comprarme una cámara e irme a hacer fotos de la ciudad, de paisajes, de rincones perdidos a los q habitualmente no presto atención.

-Intentar dibujar al menos una parte de algún paisaje (empecemos modestamente...) para recuperar (¿desarrollar?¿descubrir?) un hobby oculto y frustrado por mi poca paciencia conmigo mismo.

-Escaparme un fin de semana a la playa con amigos.

-Contemplar un atardecer a la orilla del mar, lleno de arena y con los pies mojados. Si pudiera estar abrazado a alguien, qué más se podría pedir...

-Estar hablando con alguien alrededor de un café durante horas sobre cualquier cosa, de todo y de nada en concreto, y q las horas parezcan minutos q se desvanecen entre el ruido de las risas.



(la lista sigue abierta y se admiten sugerencias...)

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domingo, junio 05, 2005

de ilusión también se vive...

Si algo no me ha faltado casi nunca son precisamente las palabras, pero esta noche ni siquiera sé qué decir... Si supiera expresarlo con esas palabras que ahora se esconden, las estaría escribiendo ahora mismo. Y sin embargo, sólo se me ocurre juntar unas letras con otras sin saber bien ni cómo hacerlo. En este preciso instante me siento mejor de lo que me he sentido en meses. Y ahora mismo no pienso en cuando va a acabar, en cuánto va a durar esta sensación. No lo sé, y aunque mentiría si dijera que no me importa, sí sé que haré todo lo posible por que no acabe. Por compartir con alguien las sonrisas que sé que encerramos debajo de las penas que a ratos compartimos tratando de alegrarnos. Ni siquiera sé si debería ilusionarme tanto de repente por algo que ni sé si ha empezado o es sólo una ilusión. Pero al fin y al cabo, si dicen que de ilusiones también se vive... es posible que casi sin darme cuenta hayan logrado resucitarme. Porque vuelvo a sentirme vivo, a sentirme capaz de respirar de nuevo...

Respirar y no aguantar más los suspiros para soltarlos en silencio cuando nadie los escuche. Quiero suspirar por alguien que sepa escuchar el sonido que hace mi respiración acelerada al acercarnos. Y quiero compartir mi tiempo con alguien a quien no le importe perderlo conmigo. Y quiero aprender a encender con besos el mar de sus labios...


"Aunque tú no lo sepas, te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento."

(Aunque tú no lo sepas.- Luis García Montero)

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jueves, junio 02, 2005

días de biblioteca y sueño

Suena el reloj. Temprano. Muy temprano. Sobre todo para mí... las siete y media cortas no son horas de levantarse, ni siquiera en época de exámenes. Me levanto, me lavo la cara, me peino (es un decir, el remolino de todos los días sigue ahí riéndose...) y acabo de vestirme diez minutos antes de lo previsto. Ya lo dice el refrán: vísteme despacio q tengo prisa... Espero un toque para bajar según acordé ayer con un amigo a través de un mensaje q no respondió. Recuerdo el pequeño matiz: "responde con toque para saber q ha llegado". No respondió... ummm. Bajo y espero en su portal por si le da por bajarse a la hora acordada, y un cuarto de hora más tarde cambio de planes y cojo el bus hacia otra facultad... (y no, aunq lo parezca, no lo he dejado tirado, es q él en teoría iba a otro sitio y me llevaba de paso)

"Todas las facultades son iguales y no tienes por qué perderte...", me repito mentalmente al llegar a un campus aparentemente normal (con más de un edificio, con gente alrededor paseando, con árboles y césped, con... ¡vida! puede q no inteligente, quizá sólo universitaria, pero oye, vida al fin y al cabo...). Pero no, me estoy engañando. Primero no encuentro la puerta q buscaba y acabo en otra sala. Y en esta sala de estudio donde me encuentro no hay quien se calle un solo momento. Es curioso. Recuerdo q me hablaron de una sala subterránea ("el zulo") oculta en algún lugar y decido ir a buscarla a través de una puerta misteriosa y abandonada al lado de cafetería. Aparezco sin saber muy bien cómo en los sótanos del edificio donde un hombre con pinta de operario/obrero/tipo de mantenimiento me pregunta: "eh, tú, ¿adónde vas?" "Estooooo, yoooo, pueeees... ¿por aquí no había una sala de estudio subterránea?" (dije mientras pensaba en poner carita de niño perdido y bueno, y un segundo después la cambiaba por la carita de adolescente alelado q mantenía hasta ese instante...). Y a pesar de lo absurdo de la pregunta debió verme realmente necesitado, porque me indicó el lugar exacto, por el q evidentemente yo ya había pasado "ignorando" los carteles. Sorprendente... (aunq no tanto si pensamos q olvidé las gafas en casa... de milagro acerté en el autobus). Preguntando se llega a Roma, va a ser verdad... y acabé llegando a ese cálido (humanamente) lugar al q se accede a través de un pasillo de iluminación estilo corredor de la muerte. Entrañable y acogedor son palabras q borran su significado por unas horas al encontrarse dentro...

Más de 5 horas de biblioteca dan para leerse tres periódicos gratuitos con sus correspondientes horóscopos (hoy tengo q tener cuidado donde piso y no precipitarme, tendré un día muy intenso y debo aprovechar las oportunidades, y un géminis puede interferirse en mi camino preofesional...). También permite estudiarse la mitad de la mitad de una asignatura cuatrimestral, salir a pasear por el cespecito y ver vida alrededor de las facultades... (¿por qué siempre q vas a un sitio q no conoces hay alguien q te pregunta dónde está tal o cual edificio?Menos mal q lo conocía de la libre configuración de segundo...) En fin, una mañana bien aprovechada si no fuera porque luego al volver tuve q esperar ocho autobuses (cinco de la línea q no esperaba y tres en "fuera de servicio") hasta poder volver a casa con un retraso inesperado y esa calorcita tan buena y reconfortante en la nuca q hace en la sobremesa cuando tienes hambre y sed...

Y después de comer, la tarde cae por su propio peso somnolienta mientras lucho a brazo partido con los libros de nuevo (ya se me ve aquí, de un concentradísimo...). No obstante, tengo unos apuntes al borde del suicidio acercándose a la ventana... creo q será hora de salvarlos. Mañana será otro día. Bufff... ojalá q no fuera tb un día de biblioteca... ya lo veremos (si recuerdo llevarme las gafas...)


"las 7 y 27, oh nooooooo... ya termineeeeeé"
(Años 80.- Piratas)

(sí, sí, q más quisiera q haber terminado ya...)

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